jueves, 25 de septiembre de 2014

Otra historia para hablar sobre discriminación:

EL MAGO ALÈRGICO  
Había una vez un mago simpático y alegre al que encantaba hacer felices a todos con su magia. Era también un mago un poco especial,porque tenía alergia a un montón de alimentos, y tenía que tener muchísimo cuidado con lo que se llevaba a la boca. Constantemente le invitaban a fiestas y celebraciones, y él aceptaba encantado, porque siempre tenía nuevos trucos y juegos que probar.
Al principio, todos eran considerados con las alergias del mago, y ponían especial cuidado en preparar cosas que pudieran comer todos. Pero según fue pasando el tiempo se fueron cansando de tener que preparar siempre comidas especiales, y empezaron a no tener en cuenta al buen mago a la hora de preparar las comidas y las tartas. Entonces, después de haber disfrutado de su magia, le dejaban apartado sin poder seguir la fiesta. A veces ni siquiera le avisaban de lo que tenía la comida, y en más de una ocasión se le puso la lengua negra, la cara roja como un diablo y el cuerpo lleno de picores.
Enfadado con tan poca consideración como mostraban, torció las puntas de su varita y lanzó un hechizo enfurruñado que castigó a cada uno con una alergia especial. Unos comenzaron a ser alérgicos a los pájaros o las ranas, otros a la fruta o los asados, otros al agua de lluvia.. y así, cada uno tenía que tener mil cuidados con todo lo que hacía. Y cuando varias personas se reunían a comer o celebrar alguna fiesta, siempre acababan visitando al médico para curar las alergias de alguno de ellos.
Era tan fastidioso acabar todas las fiestas de aquella manera, que poco a poco todos fueron poniendo cuidado en aprender qué era lo que producía alergia a cada uno, y preparaban todo cuidadosamente para que quienes se reunieran en cada ocasión pudieran pasar un buen rato a salvo. Las visitas al médico fueron bajando, y en menos de un año, la vida en aquel pueblo volvió a la total normalidad, llena de fiestas y celebraciones, simpre animadas por el divertido mago, que ahora sí podía seguirlas de principio a fin. Nadie hubiera dicho que en aquel pueblo todos y cada uno eran fuertemente alérgicos a algo.
Algún tiempo después, el mago enderezó las puntas de su varita y deshizo el hechizo, pero nadie llegó a darse cuenta. Habían aprendido a ser tan considerados que sus vidas eran perfectamente normales, y podían disfrutar de la compañia de todos con sólo adaptarse un poco y poner algo de cuidado.

miércoles, 24 de septiembre de 2014


La discriminación y las burlas en la escuela son temas a tratar con los niños,por eso aca te dejas un cuento muy interesante:

La Excursión

Susana era una niña lista y tímida. Pero como no veía muy bien, llevaba gafas desde que podía recordar; y también desde que podía recordarlo, algunos de sus compañeros de clase se metían con ella y se burlaban de sus gafas de grandes cristales; y había sido el insoportable Luis el que empezó a llamarla Cuatro Ojos, y como era un chico muy popular en la clase, todo el mundo terminó conociéndola por Susana Cuatro Ojos. Ella hacía como que no le importaba, pero realmente no le gustaba nada.
Cierto día hicieron una excursión con el colegio para visitar unas cuevas muy famosas. Todos caminaban en fila india, cuando Luis resbaló y metió el pie en un agujero. En su caida sólo pudo agarrarse a Susana, que caminaba a su lado, y ambos resbalaron durante un buen rato hasta que fueron a parar a una gran caverna. Estaba muy oscuro, y sólo se veía un rayito de luz procedente del techo de la caverna, muchos metros por encima, y algunas raíces y troncos que habrían caido por aquella apertura. Llamaron a voces y gritos, pero nadie acudió. Agazapados y muertos de frío, pasaron una noche oscurísima dentro de la cueva.
A la mañana siguiente, seguían sin haberles encontrado, y sólo el pequeño rayo de luz les dejó ver algo. Luis aprovechó para gritar con más fuerza y tratar de buscar alguna salida, pero no consiguió nada en horas, y empezó a sentir miedo. Debía ser mediodía, porque entonces Susana vio que el rayo entraba recto, directamente hasta el suelo. Rápidamente fue hacia él tomando uno de los troncos, y haciendo una lupa con sus gafas, convirtió aquel rayito en una pequeña llama que encendió la antorcha. Luis, sorprendidísimo y emocionado, tomó algunos troncos y juntos comenzaron a explorar la cueva. Tardaron algún tiempo y quemaron unos cuantos troncos, pero finalmente encontraron una salida. Entre abrazos y gritos de alegría, Luis le dio mil gracias a Susana. Él sabía que no le gustaba nada que le llamara "Cuatro Ojos", y ahora se arrepentía de haberla llamado así, sobre todo después de que gracias a aquellas gafas hubieran podido salir de allí...
Así que cuando por fin vieron a todos los que les buscaban, incluida la policía, y los periodistas les abordaron con preguntas, Luis se adelantó y dijo:
- ¡Qué suerte he tenido! ¡No podía tener mejor compañera de aventuras que Susana Rayo Láser!
Así comenzó a contar la historia, y desde aquel día, no hubo ningún otro "cuatro ojos" en aquel colegio. Eso sí, no preguntes por los "Rayo Láser", porque hay unos cuantos.




jueves, 18 de septiembre de 2014

Hay muchas formas de contar historias, a través de las fotos se cuentan muchas cosas las imágenes dicen mucho y si están acompañadas de música mucho mejor.
Para celebrar este día del estudiante les comparto este vídeo con imágenes de distintos tipos de ellos.
Usando la canción de Lerner que veníamos trabajando.
A apreciarlas y a leer más allá de la imagen:


miércoles, 17 de septiembre de 2014

La música también es una forma de narrar,contar historias a través de canciones, una poesía con música es un recurso sumamente útil para trabajar con nuestros estudiantes

Acá les dejamos una canción de Alejandro Lerner que habla justamente de la escuela.:


A LA ESCUELA
Como quisiera volver a ser ese niño de antes 
para poder aprender 
lo que no entendí de grande, 
para corregir errores, 
para reencontrar el rumbo, 
para que nos demos cuenta, 
que vamos creciendo juntos. 
Se puede cambiar el mundo si vamos creciendo juntos. 

Llévate una sonrisa a la puerta de la escuela, 
cargando en tu mochila al futuro que te espera. 
Vamos de la mano niño, 
a abrazar nuestro destino. 
De números y palabras también se hacen los caminos. 
De números y palabras también se hacen los caminos. 

Vamos niños a la escuela 
que ya empieza un nuevo día. 
Tienes el derecho de crecer y de estudiar. 
Vamos niños adelante caminando hacia la vida, 
tienes el derecho de aprender y de soñar. 

Al changuito de mi pueblo, 
y a los pibes de mi barrio 
a los hijos de mi tierra, 
para todos ellos canto, 
para que se acerquen a la escuela, 
los estamos esperando 
con el corazón contento y de guardapolvos blancos. 

Vamos niños a la escuela 
que ya empieza un nuevo día. 
Tienes el derecho de crecer y de estudiar. 
Vamos niños adelante caminando hacia la vida, 
tienes el derecho de aprender y de soñar. 

martes, 16 de septiembre de 2014



¿Còmo se origina el Dìa del Estudiante?


Fue a partir de la propuesta de Salvador Debenedetti, presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras. En 1902, Debenedetti (18 años) propuso que en su facultad se celebrase el “Día de los Estudiantes” el 21 de septiembre, como homenaje a Domingo Faustino Sarmiento. ¿Qué tenía que ver el Padre del Aula con la fecha? El 21 de septiembre de 1888, sus restos mortales llegaron a Buenos Aires, luego de ser repatriados desde Asunción (había muerto el 11 de septiembre).
La idea del estudiante Debenedetti -que luego sería un arqueólogo de renombre- se impuso, primero en su Facultad y luego en otras. Los primeros 21 de septiembre estudiantiles se limitaron a actos universitarios, en los que los oradores exaltaban el empeño de los alumnos. También quedó la costumbre, en todo el país, de que los jóvenes llevaran una ofrenda floral al monumento de Sarmiento.
Muy pocos años después, en enero de 1908, el Primer Congreso de Estudiantes Sudamericanos reunido en Montevideo estableció esa fecha para celebrar su día. El 21 de septiembre de 1908, los estudiantes uruguayos tomaron la iniciativa e invitaron a sus pares brasileños a su país para agasajarlos. Esto hizo que las celebraciones en nuestra tierra tomaran otro camino. Estudiantes de la ciudad de La Plata invitaban a estudiantes porteños, a un paseo por el bosque. Otros salían a dar una vuelta por el delta del Tigre (como los que vemos en la foto principal). Otros realizaban obras de teatro. Cada año se organizaban concursos de afiches en los que por lo general se reflejaba el sacrificio del estudiante o se caricaturizaba una mesa de examen. En varios puntos del país surgieron las comparsas estudiantiles.
Los festejos arrancaban el 20 de septiembre y culminaban al día siguiente. En 1914, un grupo de estudiantes alquiló el Palais de Glace, en Recoleta, para llevar adelante un festival. Otros se dieron cita en el Hotel Savoy, donde les prepararon una comida. De esta manera, las celebraciones fueron multiplicándose, con tono festivo y ánimo de esparcimiento.
Pronto se sumaron las excursiones a espacios verdes, donde los varones llevaban una pelota y armaban un picado. Pero, sobre todo, la confraternidad estudiantil se ponía de manifiesto en esos días. En 1917, un grupo de alumnos uruguayos invitó a una veintena de pares porteños, a un paseo por Colonia de Sacramento. Para 1919, ya se organizaban bailes del Día de los Estudiantes. En la década de 1940, los festejos se limitaban a un paseo de excursión o una fiesta con baile.
En los años 50 y 60, se estableció la costumbre de celebrar el Día de la Primavera en las principales ciudades del país. En Buenos Aires, por ejemplo, la avenida Santa Fe (ver foto) se convertía en peatonal, las vidrieras de los negocios se adornaban, grandes y chicos repartían flores y cantaban. Los estudiantes de todos los niveles se sumaban a estos festejos.
Las celebraciones llevan más de cien años. Persisten, tal vez con otro tipo de actividades que las originales. Pero mantienen el espíritu alegre y jovial que tuvieron los precursores.


OTRO RECURSO


También se puede contar la misma leyenda desde un vídeo .



LA LEYENDA DE LA FLOR DE CEIBO

Según cuenta la leyenda la flor del ceibo nació cuando Anahí fue condenada a morir en la hoguera, después de un cruento combate entre su tribu y los guaraníes.
Por entre los árboles de la selva nativa corría Anahí. Conocía todos los rincones de la espesura, todos los pájaros que la poblaban, todas las flores. Amaba con pasión aquel suelo silvestre que bañaba las aguas oscuras del río Barroso. Y Anahí cantaba feliz en sus bosques, con una voz dulcísima, en tanto callaban los pájaros para escucharla. Subía al cielo la voz de la indiecita, y el rumor del río que iba a perderse en las islas hasta desembocar en el ancho estuario, la acompañaba.
 Nadie recordaba entonces que Anahí tenía un rostro poco agraciado, ¡tanta era la belleza de su canto!.
 Pero un día resonó en la selva un rumor más violento que el del río, más poderoso que el de las cataratas que allá hacia el norte estremecían el aire. Retumbó en la espesura el ruido de las armas y hombres extraños de piel blanca  remontaron las aguas y se internaron en la selva. La tribu de Anahí se defendió contra los invasores. Ella, junto a los suyos, luchó contra el más bravo.
 Nadie hubiera sospechado tanta fiereza en su cuerpecito moreno, tan pequeño. Vio caer a sus seres queridos y esto le dio fuerzas para seguir luchando, para tratar de impedir que aquellos extranjeros se adueñaran de su selva, de sus pájaros, de su río.
 Un día, en el momento en que Anahí se disponía a volver a su refugio, fue apresada por dos soldados enemigos. Inútiles fueron sus esfuerzos por librarse aunque era ágil.
 La llevaron al campamento y la ataron a un poste, para impedir que huyera. Pero Anahí, con maña natural, rompió sus ligaduras, y valiéndose de la oscuridad de la noche, logró dar muerte al centinela. Después intentó buscar un escondite entre sus árboles amados, pero no pudo llegar muy lejos. Sus enemigos la persiguieron y la pequeña Anahí volvió a caer en sus manos.
 La juzgaron con severidad: Anahí, culpable de haber matado a un soldado, debía morir en la hoguera. Y la sentencia se cumplió. La indiecita fue atada a un árbol de anchas hojas y a sus pies apilaron leña, a la que dieron fuego. las llamas subieron rápidamente envolviendo el tronco del árbol y el frágil cuerpo de Anahí, que pareció también una roja llamarada.
 Ante el asombro de los que contemplaban la escena, Anahí comenzó de pronto a cantar. Era como una invocación a su selva, a su tierra, a la que entregaba su corazón antes de morir. Su voz dulcísima estremeció a la noche, y la luz del nuevo día pareció responder a su llamada.
Con los primeros rayos del sol, se apagaron las llamas que envolvían Anahí. Entonces, los rudos soldados que la habían sentenciado quedaron mudos y paralizados. El cuerpo moreno de la indiecita se había transformado en un manojo de flores rojas como las llamas que la  envolvieron, hermosas como no había sido nunca la pequeña, maravillosas como su corazón apasionadamente enamorado de su tierra, adornando el árbol que la había sostenido.
 Así nació el ceibo, la rara flor encarnada que ilumina los bosques de la mesopotamia argentina. La flor del ceibo que encarna el alma pura y altiva de una raza que ya no existe.
 Fue declarada Flor Nacional Argentina, por el 2 de diciembre de 1942. Su color rojo escarlata es el símbolo de la fecundidad en este país.
Leyenda argentina

¿Para que armamos este blog?

Este blog  trata de los relatos, las historias, el arte de narrar. 
Philip Jackson (2005) nos dice que en la escuela niños y niñas pasan gran cantidad de tiempo escuchando y leyendo relatos y que es posible pensar que no existe una sola materia escolar en la que los relatos no desempeñen un papel. Los materiales que seleccionamos para trabajar suelen incluir una serie de segmentos narrativos que toman la forma de recuerdos, anécdotas, testimonios, ejemplos, etc. Para Jackson, este estado de cosas no debería sorprendernos, si consideramos el valor de los relatos en nuestra vida: “El hombre es siempre un narrador de historias –nos dice Jean Paul Sartre-; vive rodeado de sus historias y de las ajenas (…) trata de vivir su vida como si la contara” (Sartre, citado por Jackson, 2005: 26).
Ahora bien, y siguiendo el recorrido que propone Jackson en su texto, podemos preguntarnos: ¿Qué producen las historias? ¿Cómo educan los relatos? ¿Cuáles serían los objetivos educativos más profundos que se movilizan cuando leemos y contamos relatos? Desde la perspectiva de este autor, los relatos se relacionan fundamentalmente con “lo que queremos que los estudiantes sean como personas”, es decir, con los valores y actitudes que queremos que sustenten, la visión del mundo y de ellos que esperamos los niños y niñas puedan cultivar, más allá de lo que “lo que queremos que ellos sepan”.
En este sentido, la posibilidad de contar, de narrar, de ordenar una secuencia de contenidos con la estructura de un relato, contribuye a resituar la práctica de enseñanza en una dimensión más humana y cultural. Jackson analiza la función epistemológica y transformadora de los relatos para señalar que lo más importante de los relatos es que hacen algo más que brindar información. Los relatos pueden transformarnos...
Por lo tanto y para ser participes de esta transformación en este blog iremos publicando relatos,noticias, datos curiosos, ya sea escritos o en vídeos  que nos ayuden a elaborar nuestras plantificaciones diaria.
Este grupo está integrado por maestras de primero y segundo ciclo de la EGB en el área de la Lengua y la Literatura.